La emocionante reacción de una estrella del ballet española con alzhéimer al escuchar ‘El lago de los cisnes’

  • Hablamos con el autor del vídeo, que promociona la musicoterapia como tratamiento para las demencias
  • La protagonista de las imágenes fue primera bailarina del ballet de Nueva York en los años 60

Se llamaba Marta C. González y fue primera bailarina del Ballet de Nueva York en los años 60. El vídeo se grabó en la primavera del año pasado en la Residencia Muro de Alcoy (Alicante) y la organización Música Para Despertar, que promociona el uso de la música como terapia contra las demencias y otras enfermedades, acaba de difundirlo para conmemorar el aniversario de su muerte.

El efecto ha sido inmediato porque resulta imposible no emocionarse al contemplar cómo reacciona quien fue una estrella del ballet a la música de El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. Incluso estando afectada por el alzhéimer y postrada en una silla de ruedas. Su respuesta parece mágica.

Pepe Olmedo, el hombre que aparece en el vídeo, es el director y fundador de Música para Despertar y recuerda ese momento como uno de los más emotivos de su carrera. «Fuimos a dar una formación a esa residencia y nos encontramos con Marta. Fue algo absolutamente impresionante», explica. Ella aún se movía. Tenía un deterioro cognitivo no muy avanzado y podía hablar. Pero estaba siempre muy triste, muy negativa. Y se ve perfectamente cómo conecta con la canción».

De la historia de Marta C. González no se sabe mucho. Según cuenta Olmedo, era española, de Valencia, pero emigró a Cuba, donde estudió ballet, y acabó siendo primera bailarina en Nueva York. «No hemos encontrado información sobre ella, pero recuerdo que nos iba contaba los pasos de la obra. Se notaba que fue alguien especial», apunta. «Estoy contactando con la residencia porque cuando estuve con ella me enseñaron recortes de periódico, pero no tengo más documentación».

Mucho más que un chispazo de felicidad

Además de tener una banda de rock en Granada (Soundbay), Olmedo es psicólogo y musicoterapeuta, pero su relación con las demencias se remonta mucho más atrás porque su madre trabajaba en una residencia y, según cuenta, empezó a tratar con personas con alzhéimer con solo ocho años. En 2011 decidió colaborar en un centro como voluntario y en 2013 creó la ONG, con la que impulsa la formación de profesionales sanitarios para que aplique técnicas básicas de musicoterapia en el trato diario con sus pacientes.

«Más allá de ese chispazo de felicidad, usamos la música como estimulación cognitiva —con el lenguaje o la memoria— y conseguimos que la enfermedad avance más lentamente y que las personas sean un poco más autónomas», señala.

«Muchas personas con demencia no recuerdan el nombre de su hijo o su fecha de nacimiento, pero se ponen a cantar conmigo y logramos trasladar una sensación de bienestar que, además, no es efímera. Conseguimos mantenerla en el tiempo». 

Fuente original: cadenaser.com